Entrevista a Jaime Lerner

Jaime_LernerUna entrevista a Jaime Lerner con sus ideas clásicas, estupendas, por otro lado:

“Le voy a decir que es posible mejorar una ciudad en menos de tres años. No importa su escala ni las condiciones financieras. Siempre se puede construir una buena estrategia y una buena ecuación de corresponsabilidad. No comparto esa visión que plantea la tragedia de la ciudad. Si se proyecta la tragedia, se va a encontrar. Pero si se invierte la energía en cambiar tendencias pueden realizarse cambios. No debemos dejarnos manipular por lo negativo.”

“Toda ciudad tiene sus prioridades: la salud, la educación, la seguridad. Pero hay tres puntos fundamentales: la movilidad, la sostenibilidad y la coexistencia. Hay que pensar las actividades económicas conjuntamente con la calidad de vida de la gente.”

“La metáfora que me gusta usar para hablar de la calidad de vida es la de la tortuga. Ella tiene su caparazón, que se puede comparar con la estructura de una ciudad. Si cortásemos ese caparazón, separaríamos su vida por un lado, su trabajo por allá, su ocio por otra parte. Eso es lo que hacemos en la mayoría de las ciudades: separamos las funciones urbanas. Y eso termina matando a la tortuga.”

“El coche a combustible es como nuestra suegra. Con ella debemos tener buenas relaciones, pero no podemos dejar que comande nuestra vida. Si la única mujer de nuestra vida es nuestra suegra, entonces tenemos un problema.”

“Se trata de acciones puntuales, rápidas, que den nueva energía a la ciudad. No tienen que ser grandes obras. Hay que driblear la burocracia”
“¿Qué relación hay entre la innovación, las ideas creativas y el presupuesto? Si hay creatividad, usted quita un cero del presupuesto. Y si tiene además sustentabilidad, quita dos ceros. ”

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Hay falta de comunicación entre políticos y arquitectos

Jaime Lerner
Naciones Unidas le contrató como consultor de asuntos urbanos tras transformar su ciudad natal, Curitiba (Brasil). Ha sido la voz de la profesión en la Unión Internacional de Arquitectos entre 2002 y 2005

Se hace extraño observar cómo este urbanista de fisonomía y apellido polaco se expresa con un perfecto español y acento brasileño, aunque sus coordenadas vitales lo explican. De padres inmigrantes de Polonia, Jaime Lerner nació en Curitiba (Brasil), en 1937, ciudad a la que contribuyó a transformar tras ser elegido alcalde en tres ocasiones. Esto le valió el Premio de Medio Ambiente, concedido por la ONU en 1990. Después le llegarían otros, como el prestigioso World Tecnology Award for Transportation (2001) o el Sir Robert Mathew en 2002. Su secreto reside en suprimir cifras al presupuesto: «Si quieres creatividad quita un cero, si buscas sostenibilidad quita dos y si quieres solidaridad asume tu identidad respetando la diversidad«.

¿Qué papel ha jugado o debería haber jugado el arquitecto en esta crisis?

Deberían haber estado más preocupados por la ciudad. Si una nación no es generosa con sus ciudades, no lo es tampoco con su gente. La historia nos ha demostrado que siempre que se separa la actividad económica de los asentamientos humanos ocurre un desastre. La ciudad que separa sus funciones o divide a la gente por sus ingresos, edad o religión, no acaba siendo una ciudad humana. El rol de los que se ocupan de la ciudad, ya sean políticos, arquitectos o planificadores, necesita tener esto en mente. Es tiempo de sustituir la egoarquitectura por la ecoarquitectura.

Usted ha sido uno de los pocos arquitectos que se ha implicado en la primera línea de la política, ¿qué conclusión saca?

Creo que hoy hay una falta de comunicación entre políticos, arquitectos y la gente. Para paliar esto, habría que proponer una idea o un proyecto, y la gran mayoría debería entender que eso es lo deseable. De esta forma, todos ayudarían. En muchas ciudades del mundo no veo una visión clara, esto origina que no haya prioridades y que los emprendedores se transformen, al final, en simples especuladores.

¿Aplicó eso en Curitiba?

Sí. Desde el comienzo la gente sabía cuál era la propuesta para la ciudad: juntar vida, trabajo y ocio. No teníamos todas las respuestas, pero al mismo tiempo aprendí a que innovar era comenzar y dejar espacios para que la gente te corrija cuando tú no está en el camino correcto. Curitiba se ha convertido en una referencia porque conseguimos hacer el mayor número de transformaciones urbanas en poco tiempo.

¿Piensa que, si se transforma una ciudad, la gente puede cambiar?

Sin duda. Gran parte de las ciudades en el mundo están preparadas para los coches, en cambio, nosotros la diseñamos para la gente. En vez de pensar en un metro que suponía una gran inversión, estudiamos las características del metro (rapidez y frecuencia) para aplicarlo a la superficie. Como hacían falta 250 millones de dólares para la flota, decidimos hacer un ejercicio de corresponsabilidad. Proponer a las compañías privadas que invirtieran en la flota y pagarlas por kilómetro rodado. Gracias a la gran rotación de los pasajeros, que vivían y trabajaban en el mismo lugar, el proyecto se pago sólo. Hoy transporta a 2,3 millones de pasajeros y está implantado en 83 ciudades, de México, Bolivia, China, etc.

¿Qué les diría entonces a quienes se quejan de la falta de presupuesto para acometer ideas?

Que ni la escala, ni los recursos financieros son impedimentos para hacer nuevos proyectos. Hay que tener voluntad política, solidaridad, estrategia y sobre todo, saber montar un sistema de corresponsabilidad. Pero le voy a poner otro ejemplo: Río de Janeiro invirtió 800 millones de dólares para limpiar la Bahía. Nosotros no los teníamos, así que alcanzamos un acuerdo con los pescadores por el que les comprábamos la basura que nos traían. Así, si el día no era bueno para la pesca, cogían basura. Sus recursos aumentaron y la basura fue desapareciendo, al tiempo que aumentaba la pesca.

¿Cómo ve la gran urbe del siglo XXI?

Para mí, las ciudades no están bien. El mejor ejemplo de calidad de vida es la tortuga porque aglutina vida, trabajo y movimiento juntos. Si separáramos el caparazón del cuerpo provocaríamos lo que están ocurriendo en las ciudades: guetos de gente muy rica, con lugares muy pobres, poblaciones que viven aquí pero trabajan allá. Es necesario afrontar los tres grandes problemas, que son la movilidad, la sostenibilidad y la socio-diversidad o convivencia.

¿Y cómo se solucionan?

La mejor manera de integrar es a través de los niños. Hay que mezclar más. Cuanto más se mezcla, más humana es la ciudad.

¿Y el problema del tráfico?

Hay que promover una alternativa, pero para que la gente la utilice tiene que ser para mejor. Para itinerarios de rutina, se debería incentivar la utilización del transporte público, que en el caso de Madrid es muy bueno. Pero quienes todavía quisieran utilizar el coche para la última milla, podría ponerse en funcionamiento un sistema de coches en alquiler como las bicicletas. Ahora estoy implicado en el prototipo de este coche que presentaremos en Francia.

Menos estrellas y más constelación

Hace ocho años que dejó la política y ahora está plenamente dedicado a la arquitectura y a las ciudades. Asegura que se siente muy orgulloso de las estrellas que integran la profesión, pero confiesa que «se necesita más una constelación de arquitectos preocupados por las urbes».

Cree que cada arquitecto tiene una propuesta para su ciudad. En este sentido, afirma que «el mayor movimiento político que los arquitectos pueden hacer es proponer ideas, más que reuniones o asambleas, porque incluso aunque éstas no se desarrolle siempre darán origen a otras ideas». Aboga por un mayor compromiso del profesional con la sostenibilidad, «que no tiene tanto que ver con los materiales, sino con una ecuación entre lo que se ahorra y lo que se desperdicia».

Vía: Cinco Días, el 19/10/2010

La historia de Curitiba

Hoy le toca el turno a Curitiba, una ciudad al sur de Brasil considerada en 2002 como una de las cinco ciudades más modernas del mundo. El artífice de esa consideración es Jaime Lerner, arquitecto, urbanista y político brasileño, especializado én realizar actuaciones puntuales en las ciudades para sanarlas. Es lo que él denomina «Acupuntura urbana«. Para Lerner cualquier ciudad puede hacer grandes avances en materia urbanística en menos de dos años. «Siempre tuve la ilusión y la esperanza de que con un pinchazo de aguja sería posible curar las enfermedades. El principio de recuperar la energía de un punto enfermo o cansado por medio de un simple pinchazo tiene que ver con la revitalización de ese punto y del área que hay a su alrededor. Creo que podemos y debemos aplicar algunas «magias» de la medicina de las ciudades, pues muchas están enfermas, algunas casi en estado terminal. Del mismo modo en que la medicina necesita de la interacción entre el médico y el paciente, en urbanismo también es necesario hacer que la ciudad reaccione. Tocar un área de tal modo que pueda ayudar a curar, mejorar, crear reacciones positivas en cadena. Es necesario intervenir para revitalizar, hacer que el organismo trabaje de otro modo

Dedicad unos minutos a leer este texto. Es un ejemplo de que la creatividad y la mejora de la calidad de vida en las ciudades no debe llevar asociada necesariamente importantes desembolsos económicos: «cuando hay voluntad política, hay una visión solidaria y lo más importante cuando se organiza una ecuación de corresponsabilidad«.

Curitiba

Curitiba no es una pequeña comunidad alternativa. Es una ciudad de casi 2 millones y medio de habitantes que se encuentra en el sur del Brasil. Esta no es una historia reciente: funciona desde hace más de 30 años. En 1971, en plena dictadura fascista, una serie de casualidades llevaron a la designación de Jaime Lerner como alcalde de la ciudad. Lo eligieron porque se le creía un inofensivo experto de arquitectura. Un treinta y tres añero que no se alió políticamente con nadie y que parecía el ideal para poner de acuerdo a diferentes grupos políticos.

En 1972 decidió crear la primera isla peatonal del mundo. Con buena parte de la ciudad en contra, con comerciantes aterrorizados por la idea que sus negocios fueran perjudicados por la prohibición de acceso al centro en coche, con automovilistas que odiaban la idea de tener que ir caminando al centro y con un posible requerimiento judicial que pararía la iniciativa, Lerner mandó iniciar los trabajos de peatonización del centro un viernes, una hora después del cierre del tribunal. Una horda de obreros invadió el centro de la ciudad y empezaron a arreglar farolas y macetas, re-pavimentaron las calles y cavaron bancales plantando arboles. Trabajaron ininterrumpidamente durante 48 horas. Cuando el primer contingente cayó exhausto fue reemplazado por un segundo batallón de obreros y así sucesivamente. El lunes por la mañana cuando el Tribunal Judicial reabrió los trabajos estaban acabados.

Los ciudadanos de Curitiba se quedaron con la boca abierta. Miles de plantas florales se plantaron. Algo nunca antes visto. Aunque a población empezó a arrancar flores para llevárselas a casa, Lerner lo tenía previsto y tenía listos equipos de jardineros que reemplazaron enseguida las plantas. Duró unos días pero al final los ciudadanos pararon de robar las flores.

Los comerciantes se asombraron porque se dieron cuenta de que el nuevo centro ciudadano transformado en un gran centro peatonal incrementó considerablemente las ventas.

El sábado siguiente cuando un grupo de coches del club del automóvil intentó invadir la isla peatonal se encontraron con la imposibilidad de hacerlo ya que miles de niños convocados por Lerner estaban pintando grandes tiras de papel que cubrieron prácticamente toda la pavimentación. Desde entonces todos los sábados los niños de la ciudad se encuentran en la isla peatonal a cubrir de dibujos enormes rollos de papel extendido por tierra.

La segunda aportación de Lerner fue la de crear un sistema de transportes revolucionarios con calles principales exclusivas para los autobuses y terminales especiales techadas (tubos transparentes) que pusieron los accesos a la misma altura que los transportes públicos, permitiendo a los pasajeros subir al autobús sin subir escalones y por tanto, más rápidamente. Estas terminales dieron acceso a los transportes públicos a los usuarios de carros de bebés, minusvalidos, etc. Se otorgó particular atención a los enlaces con los barrios mas pobres de la ciudad, Se adquirieron autobuses compuestos de 3 vagones, con puertas más grandes que se abrían en correspondencia con las puertas corredizas de las terminales. Para reducir costos y tiempo se omitieron los taquilleros y se decidió confiar en el hecho de que si los transportes funcionan realmente bien el ciudadano pagaría el billete de buena gana. Gracias a estas innovaciones los tiempos de recorrido de los autobuses de Curitiba son 3 veces más rápidos y transportan en una hora 3 veces más pasajeros. Prácticamente crearon un sistema de metro a cielo abierto. Este modelo ha sido copiado y mejorado por muchas ciudades, entre ellas Bogotá (Transmilenio), Santiago (Transantiago) y la Ciudad de México (Metrobús).

Los sistemas de transporte de Curitiba transportan a 20 mil pasajeros por hora (más de los que viajan sobre el transporte públicos de Nueva York).

Los autobuses recorren cada día una distancia igual a 9 veces la vuelta del mundo.

Las líneas de transporte se auto financian solo con el costo de los billetes y amortizan el costo promedio de un parque vehicular de 45 millones de dólares, y recompensan el capital invertido con una tasa del 12% anual.

Dispone de 160 kilómetros de carriles de bicicleta. Iniciar el cambio de la ciudad por los transportes fue fundamental porque según Lerner «nada influye más rápidamente la conciencia ciudadana que la eficiencia de los medios públicos«.

Pero la reforma no se ha parado en los transportes. El problema de la miseria ha sido afrontado encontrando sistemas simples capaces de ofrecer a largo plazo efectos positivos inmediatos y un cambio radical de la cultura. Es la fantasía de las soluciones lo que asombra más. Parecen locas pero contienen una eficiencia enorme. Hay servicios de distribución cotidiana de comidas gratuitas. 14 mil casas populares han sido construidas. Pero se ha procedido también a la distribución de pequeños trozos de tierra para huertos y para construir casas. Los materiales de construcción se adquieren con una financiación municipal a largo plazo recompensada con plazos mensuales equivalentes al costo de 2 paquetes de cigarrillos. Cada casa nueva recibe luego en regalo del ayuntamiento un árbol frutal y uno ornamental. El ayuntamiento también ofrece una hora de consultoría con un arquitecto que ayuda las familias a construirse casas más confortables y armoniosas. Los barrios pobres de Curitiba son los más bellos del mundo.

Existe un servicio de furgones que dan una vuelta por la ciudad intercambiando 2 kilos de basura dividida por un bono de compra que permite adquirir un kilo de comida o bien cuadernos, libros o billetes por los autobuses. Así el 96% de la basura de la ciudad se recoge y se recicla, lo que les ha permitido ahorrar millones de dólares para la construcción y administración de un vertedero municipal. Por la limpieza de la ciudad y la mejor alimentación de la población pobre Curitiba ha logrado una mejoría neta de la salud.

La tasa de mortalidad infantil es de una tercera parte con respecto a la media brasileña.

También hay 30 bibliotecas de barrio con 7 mil volúmenes cada una. Se llaman «Faros del saber» y son casitas prefabricadas y dotadas con tubo de tiras blancas y rojas de 15 metros de altura. Sobre la cumbre de la torre hay una burbuja de vidrio desde la que un policía controla que niños y ancianos puedan ir a biblioteca tranquilamente. Hay 20 teatros, 74 museos y centros culturales y todas las escuelas de la ciudad, 120 en total, ofrecen cursos nocturnos. Se organizan cursos de formación profesional para 10 mil personas al año. El «Teléfono de la solidaridad» sirve para recoger electrodomésticos y muebles usados que son arreglados por técnicos aprendices y se revenden a precios bajos en los mercados o se regalan.

Gracias al microcrédito una vez aprendida una profesión los jóvenes pueden establecerse. También se ayuda a los que quieren ser comerciantes ambulantes con la concesión de autorizaciones al comercio facilitado.

Y es que es precisamente la lógica con la que enfrentan a los problemas lo que es diferente. Por ejemplo las acciones de un grupo de jóvenes pandilleros que arrancaron flores del huerto botánico fueron interpretados por la municipalidad como una solicitud de ayuda y los chicos fueron contratados como adjuntos jardineros.

Otra iniciativa de Lerner ha sido crear decenas de parques dotados de pequeños lagos y de plantar árboles por todas partes.

Curitiba es la ciudad más verde del mundo. En fin, un paraíso con el 96% de alfabetización donde los habitantes que tienen un título de estudio superior supera el 83%. La ciudad tiene un tercio menos de pobres que el resto de Brasil y la vida promedio llega a los 72 años, parecida a la de los EE.UU. pero con una renta per capita que llega solo al 27% de la de los Estados Unidos.

Nada mal para una ciudad del tercer mundo.