Estepona: ciudad de transición

Transformar las ciudades para que reduzcan su huella ecológica, sean más habitables y su ciudadanía más feliz, pero sobre todo, para hacer frente a los problemas que se avecinan en los próximos años, especialmente el pico del petróleo y el cambio climático, es el objetivo principal de las «ciudades de transición».

Transformar las ciudades para que reduzcan su huella ecológica, sean más habitables y su ciudadanía más feliz, pero sobre todo, para hacer frente a los problemas que se avecinan en los próximos años, especialmente el pico del petróleo (el momento en el que la producción mundial comenzará su declive irreversible) y el cambio climático, es el objetivo principal de las «ciudades de transición«.

Las actuales ciudades han crecido espectacularmente en las últimas décadas gracias principalmente a un petróleo barato y al aprovechamiento exhaustivo de la naturaleza a escala mundial. Sin embargo, este modelo no es sostenible porque dichos recursos son finitos y su sobreexplotación está provocando graves impactos ambientales.

Basándose en esta premisa, el movimiento de las ciudades de transición defiende que las urbes pueden reducir su gasto energético y aumentar la producción local de recursos. De esta manera, al ser más autosuficientes, sus habitantes podrán resistir y recuperarse con más garantías de cualquier crisis energética, alimenticia o económica, como la escasez repentina de alimentos, el fuerte incremento de los precios de los bienes de primera necesidad o de los combustibles, o los efectos del calentamiento global. Además, podrán vivir de manera menos estresada y en un medio ambiente más cuidado y armónico.

Uno de los fundadores del concepto de ciudad en Transición en 2006, Rob Hopkins, destaca la importancia fundamental de los consumidores para el éxito de esta transición, ya que en su opinión los movimientos ambientalistas de las últimas décadas, basados en las protestas, son inadecuados e insuficientes para el reto actual de la energía y el calentamiento global. Y también apela a aprender de la historia y de las generaciones más veteranas: en el pasado, antes de la era de petróleo barato, la gran parte de los bienes de primera necesidad se producían en la mayoría de las propias ciudades o sus alrededores, y sus habitantes eran conscientes de que hacer un uso eficiente de los recursos locales les permitía defenderse de desastres naturales, escasez de bienes o guerras.

La mayoría de las personas viven y vivirán en los grandes y pequeños núcleos urbanos, por lo que es en ellos donde hay que buscar soluciones.